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sábado, 2 de julio de 2016

Nombre: Ramiro. Relato corto.



Las Salas operativas de regeneración han sustituido a los antiguos quirófanos, son espacios embovedados de luz blanca, de apariencia de nave espacial y con un instrumental técnico complejo que ocupa la mayor parte de su espacio, senos anatómicos regulables acogen a los que van a ser intervenidos. En este módulo en concreto, situado en la parte alta del centro de salud, se realizan regeneraciones de rostros partiendo de cédulas madres propias, los cultivos se llevan a cabo directamente mediante procesos muy avanzados que permiten la modificación simultánea. De esta forma, los rostros tratados adquieren sus características iniciales pero permitiendo cambios precisos que lo alteran en las partes concretas deseadas. 

A la pregunta del Doctor experto en facciones -¿Qué imagen desea tener?, queda dubitativo, una sucesión de rostros le vienen a la memoria, todos con los rasgos perfectos del clásico de belleza. Toma en ese instante conciencia de que en modo alguno quiere pertenecer a ese grupo de gente guapa al uso. Se imagina con la frente abierta, los ojos grandes, la nariz recta, la boca carnosa y se da un - No, rotundo. Entonces…, le surgen dudas, si no le va esa línea clásica ¿A quién le gustaría parecerse?, se le ocurren las ideas más dispares, pero de súbito le surge la respuesta - Doctor, me gustaría ser distinto a todos los demás. Éste, le mira inexpresivo y le sugiere, - Deme ideas. - ¿Me deja un momento que lo piense?. Se lo pide con intención de aclararse o para pensarlo mejor. El otro accede con un - Por supuesto, no sin cierta carga de reproche (toda intervención tiene un periodo previo de preparación). Se imagina frente a un espejo, se ve y dice, - Para nada como soy ahora, pero… ¿Y cómo?.

Ya con su nuevo rostro, se encuentra con su amigo Alberto, éste se le queda mirando fijamente sin dar crédito a lo que ve, su reacción cambia de forma progresiva, el gesto ha ido de la sorpresa a la duda, después a la incomprensión y más tarde al asombro, - Eres increíble, dice por último. En sus palabras hay cierta envidia y a la vez algún reproche. Luego, vienen los comentarios jocosos pero con cierta dosis de admiración de Agustín. El de Paco es de manifiesta incredulidad - ¿Cómo has podido?. Pero los más destacables son los de Aurora - Estás genial, y de Ángela - Eres otro pero… estás espectacular.

Las llamadas y notas se acumulan sorpresivamente en su “FwiS”. Todos quieren conocer su nueva imagen, ver en primera persona lo que ya se comenta ampliamente, la curiosidad se impone sobre todas las cosas. De pronto, pasa a no dar abasto con las respuestas, a estas les siguen mas tarde un número exagerado de comentarios a favor y en contra. Infinidad de términos nuevos comienzan a llenar su espacio de almacenaje. Le llega incluso un ofrecimiento del programa para crearle en éste un archivo automático selectivo, hecho nada usual.

Dos semanas más tarde invitado en el programa “Jóvenes al día” le preguntan en una curiosa entrevista - ¿Cómo pudo ocurrírsete transformarte así?, a la par, detrás de entrevistador y entrevistado, aparece el rostro sonriente de antes y el de ahora. - Quise ser distinto a los demás, responde simplemente. Esta sencilla frase es el pie de foto en diversas publicaciones en las que ambas fotografías tienen un carácter predominante.

De ser un joven sin un atractivo especial, ha pasado repentinamente a atraer a jóvenes de muy distintos gustos y afinidades, éstas no se cortan un ápice, llegan con él al acercamiento y a las insinuaciones directas, a nadie pasa esto desapercibido, una ola de opinión se hace eco de ello y los comentarios más diversos surgen en las mareas medias y altas de las comunicaciones sociales -¿Qué está pasando?, se dicen.

Infinidad de rostros especiales comienzan a salir de las Salas privadas de cambio de facciones (no financiadas por la Organización Nacional de Salud). Pero ninguno de ellos obtiene el éxito deseado, todos resultan extraños o extravagantes. Por el contrario, la popularidad sigue multiplicándose en él de forma caprichosa, ya no solo las jóvenes le ven interesante y atractivo, andanadas de mujeres de mediana edad se interesan por su persona, considerándole irresistible.

Para su amiga Eva ha sido igualmente una novedad, le ha costado asumir sus nuevas facciones, aceptarlas y entender el por qué. Pero para ella resulta menos complicado entender el enigma, ya antes valoró los giros y tonos de su voz, el brillo de sus ojos, la expresión armónica de sus manos, la apostura singular de su figura, en él cada movimiento es singular, pero antes éstos pasaban desapercibidos, no se tomaban en cuenta. Ahora, todo se valora, se mide, se aprecia de forma especial, el referente es el rostro, pero todo lo demás está ahí de forma omnipresente. Él es especial, distinto, pero nadie se había apercibido de ello antes, concluye para si misma. 

Su madre lo vive mal, cada expresión de su antigua cara tenía para ella un valor único, cada una de sus muecas contenía un significado por si mismas, recuerda como su mohín de enfado adquirió durante años personalidad propia, de niño era de exigencia y de mayor, de complicidad para obtener algo. Su mirada ahora puede ser la misma pero la escenificación ya no tiene los matices que él incorporaba con giros de cejas o entrecejo, acompañados con determinados y graciosos movimientos de los labios. Sus expresiones son ahora distintas, a cualquier otro puede gustarle, pero para ella ha perdido su sentir, su peculiaridad, ya que eran en definitiva esa forma suya tan familiar de hacerse entender sin palabras.

Jorge no ha querido saber nada del cambio de rostro de su amigo, se niega a aceptar el derecho de cada individuo a mudar de imagen, le parece obsceno. Siempre defendió y luchó por la nueva regeneración de miembros pero sin mutación, - Alterar un miembro sano es ir contra natura, dice con vehemencia. Presume de su metro ochenta, de su perfecta proporción, de su mandíbula recia, de sus pómulos salientes y agresivos, del vigor espectacular que manifiesta su cuerpo anguloso, cualquiera podría preguntarse si tendría igual criterio si fueran otras sus características.

Salvador por el contrario, flipa en colores, está absorto contemplando en su “FwiS” a su amigo. Una risita le surge y va in crescendo mientras manosea su larga y descolorida barba. Está realmente encantado, le emociona su valentía para romper con todo. - Olé tus huevos, le dice, mientras le señala en la pantalla con el índice haciendo pistola con el pulgar levantado.

El padre Julián está donde más le gusta, apoyado en la ventana de su habitación, en las alturas el cielo le sirve de telón, al fondo algunas voces lejanas, está como siempre abstraído, allí reza, filosofa con el mundo y sus misterios, se plantea y resuelve problemas domésticos e incluso ensaya algún sermón con voz queda y profunda. Ahora, piensa en el nuevo rostro de Ramiro. Le recuerda cuando entraba en la iglesia cogido de la mano de su padre, ambos sonrientes, orgullosos el uno del otro. Luego vino el accidente, siguió viniendo sólo, pero ya su gesto era triste, él continuó viéndoles entrar siempre sonrientes y felices. La primera novia, sus largas conversaciones llenas de confusión y entusiasmo, luego llegó la ruptura con una carga de culpas y desasosiego. Se hizo mayor y dejó de venir a la Iglesia, otras cosas llamaban su atención y su deseo. Un desánimo profundo se le adueña, reflexiona sobre la causa que ha podido llevarle a rechazar su rostro que recuerda tan expresivo y generoso. 

Su cara se refleja en el espejo, se mira con fijeza, resaltan sus orejas marcadas, presentes, la frente se pierde hacia atrás con una redondez que alcanza delante con marcada ironía sus cejas, los ojos son pronunciados con un punto de candidez y picardía, le sigue una nariz que sobresale con determinación y se afila al recortarse en su final, la boca adquiere carácter al mostrar en la sonrisa unos dientes consistentes. Tiene expresividad y una soltura en cada gesto que no resultan comunes. Tras el examen inclina la cabeza a modo de reflexión y se inquiere interiormente con firmeza - ¿Debo agradecerte o recriminarte tanto éxito?.

Leo lo escrito y reflexiono sobre las múltiples sensibilidades que despertaría un cambio de rostro, pero me intriga especialmente que pudo llevar a Ramiro a cambiar el suyo.



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