Después de mi ejercicio diario de natación sigo el proceso de todos los fines de semana. Cuando papá está en casa me ocupo de ir por la prensa, de tal forma que cuando él viene a desayunar los periódicos americano, europeos y españoles ya le esperan perfectamente colocados en la cesta de mimbre que mamá a dispuesto para ello. Le pongo también su rotulador de punta fina porque además de leerlos los subraya, acota, advierte e incluso penaliza expresamente para mí. Después, cuando me los pasa, todos vienen elaborados, realiza en ellos un trabajo de síntesis y crítica realmente admirable. Papá es una persona con un gran criterio objetivo y me da clases magistrales de sentido común. Ésta es una práctica que viene realizando desde mi primer curso universitario, con ella ha venido sembrando una calidad de criterio que me ha ayudado a madurar y a entender mejor los entresijos complejos de la política, la economía y las relaciones humanas.
Me admira como a su edad sigue entregado con tanto ahínco vocacional a su profesión, de lunes a viernes la vive intensa y exclusivamente, pero los fines de semana, cuando vuelve a casa, desconecta del trabajo y lo hace de forma total, entonces se adentra, diría que con igual entusiasmo, en las tareas o áreas más diversas, entre las que cuenta ésta de ponerse al día de todos los acontecimientos semanales y fundir en ellos para mí, todos sus valores, así me hace participe de su importante y experta impresión personal. Utiliza un lenguaje escueto y directo, a veces es un simple, - No!!, con el que de forma rotunda rechaza un argumento o forma de vista, otras con un, - Ya ves..., subraya determinadas contradicciones del articulista, o ironiza con un - Seguro?, a veces subraya frases enteras al considerarlas de importancia relevante o porque discrepa de ellas abiertamente. Su sentido odontológico le impide hablar de los casos que lleva como abogado criminalista, sin embargo, cuando éstos aparecen en la prensa, cuando se habla de su actuación o es él incluso, el profesional entrevistado, entonces se permite hacer anotaciones, con las que aclara, puntualiza o concreta mejor los hechos para que no me queden dudas de su posición.
Con papá las veladas de después de comer son deliciosas, las ameniza con su proverbial simpatía y cultura, aunque resultan breves porque él es de siesta (yo en esto he salido a mi abuela materna “la abuela Griselda” que decía que era la hora ideal para trabajar porque nadie importuna). Su sentido del humor es exquisito, es de risas cortas, no exagera como su hermano, el tío Jacinto. Conmigo tiene mucha complicidad, con mamá también. Es como un astro rey, todos giramos a su alrededor. A mamá la acapara para sí, ella siempre anda de un lado para otro y cuando le pregunto todos sus pasos tienen causas en él (a pesar de las largas ausencias creo que la hace feliz). Yo, a veces, cojo rabietas infantiles con esta actitud suya porque cuando papá no está ella me pertenece de forma exclusiva, me mal acostumbra.
Mientras escribo y escucho música, curioseo a través de la ventana, el fondo del jardín se me muestra ahora imponente de color, una vez en semana Romualdo, el jardinero, viene y sigue con escrupulosidad las indicaciones de mamá. Cada tallo, cada flor, tiene tanta vida independiente como de conjunto, lo que veo es la respuesta a tanto esfuerzo y esmero, me quedo ensimismado en su disfrute…
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