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sábado, 7 de marzo de 2015

Relato corto: Abi Sabeba

Nombre:    Abi Sabeba
Número:    Único
Género:     Relato corto

Abi Sabeba lleva tres meses trabajando en el viejo restaurante “El Caserón de la chuleta” de Ramón Centera, nadie entiende muy bien como es tan feliz si solo cobra ochocientos euros, trabaja diez horas diarias, realiza los cometidos que nadie quiere hacer en la cocina y es el último en todo (para colmo ni siquiera está asegurado). No saben que para él comer cada día y beber agua tantas veces como desea es ya una bendición de Dios, ducharse casi un milagro. Sólo con llevar cada mes a la casa de todos el sobre de la paga y ver la cara de entusiasmo del grupo ya le vale la pena. Atrás quedaron los sufrimientos, las zancadillas, los hurtos, el malvivir en un itinerario africano que en nada mejoró en esta otra parte del mundo. El desánimo había sido su único y triste acompañante hasta que encontró cobijo en el grupo DH (desasistidos hermanados) capitaneados por el padre Vicente.
Desayuna, come y cena en el restaurante, lo hace con una complacencia que es motivo de broma entre sus compañeros, pero nada cambia su talante alegre y bienintencionado. Esta siempre presto a realizar cuanto se le encomienda y cumple sus obligaciones con un estado de ánimo realmente envidiable. 
Canturrea mientras lava los platos, friega el suelo, traslada los grandes costillares de ternera del camión al frigorífico o ayuda en los quehaceres más diversos…, Abi siempre esta dispuesto y alegre.
Cuando entra Ramón en la cocina le busca con la vista presto a encontrarle en falta pero le encuentra con la imagen laboriosa y dispuesta de siempre, - Ya te cazaré, al final todos sois iguales, se dice entre dientes. Gustavo, el jefe de cocina, tiene con él palabras de aliento cuando a pesar de su sonrisa ve el cansancio en sus ojos, pero es la segunda, Carmen “la vasca”, como todos la llaman, la que a pesar de su gesto serio y de su voz recia, es la más considerada con él, le facilita las cosas y no permite que le hagan bromas de mal gusto. Alfredo, ayudante de cocina, canijo tanto de aspecto como de sentimientos, es por el contrario quien más le saetea, cualquier pequeño error que cometa lo aumenta y difunde con malicia, pero Abi es impermeable a sus insidias, comprueba además que el otro despierta un sentimiento contrario al que desea.
Al final del día llega al albergue del grupo molido de cansancio, se echa vestido en la colchoneta y duerme sin parar hasta el amanecer, al levantarse la ducha fría le pone en forma. Candela le tiene preparada la ropa para que siempre vaya limpio al restaurante, la muchacha guineana realiza las tareas más diversas mientras está sin trabajo, pero pone un especial empeño en las cosas de su pareja y en las de Abi, porque le sabe bueno y agradecido. 
Los que trabajan ocupan las dos habitaciones del fondo, que tienen unos treinta metros cada una, son las más secas y protegidas porque el techo es más bajo al tener encima el almacén, allí disfrutan de un trato especial y de duchas y aseos independientes. 
Los casados disponen de pequeños cuartos en la zona norte, allí se organizan como pueden. Las esposas de los que trabajan cuando tienen niños pequeños quedan relevadas de algunas actividades colectivas. En el grupo prima la atención a los niños, intentando asistirles y además que no perturben.
En su día libre a Abi le encanta ayudar en la misa al padre Vicente, quien además lo lleva como acompañante en sus visitas a los donantes ilustres, porque encuentra en él un apoyo emocional que favorece una mayor generosidad, su aspecto cuidado, sus buenos modos y su sonrisa espontánea resultan infalibles.
Los cuarenta euros que el grupo le deja para sus gastos los estira con un cuidado extremo, está pensado para que cubra sus pequeños gastos. Abi los convierte inmediatamente en monedas porque le gusta sentir su peso y oír su sonido mientras camina. Le tranquiliza saber que el cincuenta por ciento de su sueldo, una vez reducido este importe, se transfiere mensualmente a sus padres para ayudarles en su subsistencia. Tiene veintidós años, se siente feliz y le da todos los días gracias a Dios. 

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