- Desiderio, ¿Cuantas veces tengo que decirte que tienes que traer del banco mas billetes pequeños?, la voz en un tono crítico y elevado suena en toda la oficina, el mencionado se apresura a acercarse al pequeño despacho del Sr. Echevarría, - Don Miguel, los he pedido como siempre, pero hoy está de cajero Ramón y ya sabe como es, le explica y aclara intentando hacerse comprender, pero como el administrador sigue con mal gesto, añade con voz resignada, - Me ha dicho que son cuantos podía darme. Sabe lo necesario del cambio para ajustar los importes en los sobres de las nóminas y se le queda un gesto serio.
En ese mismo instante Blas acaba de llegar al taller, busca al encargado, piensa que viene bien recomendado y sabe que hay una plaza libre, espera además que sus veinte años de experiencia serán un buen refrendo. Uno de los mecánicos le señala a un señor calvo, de cejas pobladas y que viste mono gris, se aproxima a él y aguarda a una respetuosa distancia. Al apercibirse de su presencia el Sr. Vargas se le dirige de forma franca y después de las presentaciones ambos entablan una larga conversación. Blas no quiere tocar sus temas íntimos, pero siente como en el otro pesa su edad, son casi de la misma quinta, pensará que si fuera bueno de verdad estaría buscando un puesto como el suyo, que es uno más y así, una persona joven tiene más capacidad y menos achaques, piensa en todo esto y entonces no puede evitar entrar en confidencias, le explica con detalles su situación personal; desde hace más de dos años está en el paro, tiene mujer, cuatro hijos y vive con ellos su cuñado (también en el paro), por último añade, que se le ha terminado el subsidio y desde hace meses ya viven de limosnas. En este punto casi se echa a llorar.
Arriba, el Sr. Echavarría mientras tanto, se afana, con su habitual rigor, en introducir el importe de cada nómina en los sobres personalizados que ha preparado previamente. Está muy intranquilo porque Ana, su mujer, ha orinado sangre esta mañana, es la primera vez que le ocurre y la preocupación ha hecho mella en los dos, la ha llevado a urgencia del ambulatorio pero no ha podido quedarse con ella por las exigencias del trabajo. Cualquier otro día podría haberse retrasado, pero es el último día del mes y su atención debe centrarla en los cobros pendientes, en los ajustes de las diferentes cuentas bancarias, en hacer llamadas al banco para que aplacen algunos cargos domiciliados que impiden completar el importe de las nóminas y por último pagar al personal.
El Sr. Vargas es un hombre formal y sabe tanto de necesidades como de las exigencias que le impone su cargo de responsabilidad, lleva días buscando un buen oficial mecánico, esta misma mañana ha invitado a desayunar a un mecánico de la competencia (se lo ha recomendado un amigo experto), le ha mostrado al joven sin tapujos su interés por él con la franqueza que le es habitual, pero se ha topado con una persona íntegra y ha tenido que hacer valer toda su experiencia para que el otro valore las ventajas que representaría cambiar de empresa. Por último ha quedado en estudiarlo, pero para él ya es un caso resuelto. Así las cosas, como explicarle a Blas, a este pobre hombre tan necesitado, que el puesto no será para él.
El Sr. Echevarría respira satisfecho, lo más difícil ha sido que el banco pagase el talón, para ello ha tenido que hacer un alarde de ingeniería, tanto de sus números como de convencer al interventor de su fiabilidad, ahora tiene por fin los sobres con sus importes sujetos a las nóminas. Lo mejor, que aún faltan dos horas para pagar al personal.
Ana, su esposa, lleva horas esperando la llamada del médico, pero ésta sigue sin producirse, ha ido varias veces al baño con igual resultado, sigue sangrando, está muy preocupada, ha venido sin desayunar y tiene fatiga, cuando ya desespera una enfermera le llama por su nombre, se apresura a responder y le pasan a consulta con un joven médico, ella le explica de nuevo todo, como ya hizo con las dos auxiliares que le atendieron antes. El hombre se muestra indeciso, reflexivo, por último le dice con una sorprendente resolución que no tienen allí especialista y que debe ir al Hospital comarcal. Cuando ella le reprende porque lleva horas esperando se pone algo nervioso y en el parte médico hace indicaciones que le evitarán inútiles esperas en el centro hospitalario. Cuando sale piensa en tomar un taxi pero antes llama a su esposo, cuando le explica la situación éste se niega a dejarla sola, como tiene dos horas de margen le dice que sale a buscarla.
Margarita está ajetreada con los albaranes de repuestos que le han pasado del taller, atiende a un señor en la ventanilla que le urge porque quiere pagar y marcharse, a la vez responde una llamada de teléfono que coincide cuando sale don Miguel, le oye como le dice al pasar, - Salgo, pero vuelvo en un momento - , a continuación éste añade, - Cuidado con el dinero, pero ya ella está saturada y ni le oye.
A pesar de las buenas maneras de Vargas, a Blas le suena terrible esta nueva decepción, tenía puestas tantas ilusiones, le es tan imprescindible el conseguir el empleo, al salir no recuerda ni siquiera si se ha despedido de él, cuando lleva un rato andando piensa que a pesar de no haber conseguido el puesto de trabajo debe mostrarse agradecido con el Sr. Echevarría, él al menos lo ha intentado, no debe cerrarse puertas, se vuelve desandando el camino, luego titubea, decide subir por la otra entrada para no encontrarse con el Sr. Vargas, las cortas escaleras se le hacen interminables, le pesan los pies, está tan deprimido que hace una parada en el descansillo, no quiere mostrar tan mala imagen, se apoya en la pared, entonces todas las vicisitudes por las que atraviesa se le juntan en procesión fantasmagóricas.
Damián lleva unos días que no controla, su departamento de recambios en el taller funciona como un reloj, pero es consciente de que la cabeza la tiene en la primera planta, sabe quien entra y sale porque el mostrador da al taller y a la escalera que va a la oficina y a visto salir a Desiderio y luego a don Miguel. Sabe por tanto que ahora Margarita está sola y esta idea le altera. Han sido años de espera, de estar ahí, cuantos desayunos juntos, cuantas confidencias mutuas, una lucha constante porque ambos quieren a sus respectivas parejas, pero han entrado en el tedio y la monotonía con sus respectivos, cada vez se sienten mejor juntos, tienen un nuevo interés que les da vida. Hace dos días que sobrepasaron la línea, no se quedaron en un simple escarceo, el dique se rompió, ahora ni ellos son capaces de controlar los sentimientos que les invade. Busca el momento adecuado para subir.
No hay que decir que la subida de Damián no quedará en decirle cosas bonitas a su amada, y que cualquier excusa será válida para que ésta le acompañe al cuartito anexo y allí ambos pierdan el sentido del tiempo y la mesura.
Así las cosas, cuando Blas suba se encontrará la oficina sin personal, podrá optar por marcharse o pensar que el Sr. Echevarría puede estar en su despacho (dando por hecho que conozca esta circunstancia), se adentraría entonces en la oficina y llegaría hasta la puerta del despacho, entonces vería los sobres de la nómina del personal puestos en perfecto orden en un soporte de madera encima de la mesa.
Si Blas coge todo el dinero y se marcha probablemente nadie podría decir que le ha visto subir o bajar no estando Damián en los recambios, es posible incluso que nadie piense en él, se le vio salir tan apesadumbrado y además por la puerta del taller.
De vuelta, el Sr. Echevarría encontraría posiblemente a Margarita algo azorada, por su encuentro con Damián, y cuando viera vacío el cajón de los sobres se pondría en lo peor. Si la requiriese posiblemente Margarita no diría que abandonó la oficina quedando desasistida con más de doce mil euros en la mesa del primero y además habiendo sido advertida (aunque en realidad no lo oyera).
Tengo el parte médico del Hospital comarcal en el consta que Ana Mariscal no sufre enfermedad alguna, que ha padecido un desarreglo menstrual nada extraordinario atendiendo a la edad de la paciente. Esto podría servir a algún malintencionado para pensar que la salida de Miguel fue preparada intencionadamente y que bien podría haberse llevado el dinero.
Pero para eso tendríamos que contar con que Blas, en su desesperada situación, fuera capaz de robar un dinero que le sacaría de dificultades pero que pondría en una penosa situación a su mentor el Sr. Echevarría. Alguien puede añadir que incluso puede pensar que su delito quedaría impune y que esto podría ser determinante.
¿Que supones tu que sucedera?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario