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El proceso de pintar "Balsa salvavidas" me cambió las cosas. Fue muy diferente de cualquier cosa que hubiera hecho antes, y yo era increíblemente consciente de ello. De hecho, estaba tan avergonzada de lo que estaba haciendo que volvía la pintura hacia la pared cada vez que dejaba el estudio, por si acaso alguien entraba y la veía. Era algo tan personal y excitante.
Aunque en realidad me sentía así, había también un elemento de humor melodramático que no estoy segura de cómo llegó ahí, así que me propuse no mostrársela a nadie. No había opción de no pintarla, creo. Me desperté con la idea durante un momento muy intenso de mi vida. Mi matrimonio súbitamente se había desintegrado... y yo aún estaba tratando de luchar a brazo partido con todos los cambios que estaban a punto de suceder.
Había terminado de convertir mi garage en un gran estudio, y me refugié allí. Me fui al bosque detrás de mi casa con una sierra y corté ramas para hacer la balsa. Comprendí que sería la última pintura que sería capaz de hacer antes de que todo cambiara permanentemente, por ello pintarla fue muy emotivo. También fue para mí una forma de mantenerme tranquila durante todas las convulsiones y procesar lo que estaba sucediendo. Supongo que tomó mi antigua vida explotando para revelar un camino hacia delante.
Finalicé la pintura la noche antes de empacar mi estudio y mudarme. En un impulso, la posteé online y me sorprendió la respuesta positiva. Poner ahí esa primera pieza realmente personal me daba miedo, pero me alegro de haberlo hecho. Desde entonces, he cambiado realmente de dirección y cada vez es más fácil, aunque todavía es muy nuevo para mí. Estoy desarrollando un abordaje que siento más significativo que el trabajo que estaba haciendo antes. Aún tengo mucho que aprender sobre cómo comunicar efectivamente mis ideas, pero estoy comprometida con el trabajo y el proceso creativo de una manera enteramente diferente
Katie O'Hagan
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