Relato: Jessica
Número: 06
Episodio: Instinto pantera
Género: Novela negra
Tiene altanería, pero no se la crean los demás porque pasa de ellos, sus tacones de aguja son tarima que la elevan y ponen el listón muy alto para los tíos que la miran con deseo, no busca gustar, ahora lleva el veneno de la cobra metido en las entrañas, busca presa, siente el sabor amargo y como se le despierta ese instinto salvaje, sabe que está en trance, que nada le quitara la necesidad hasta que brote la sangre a borbotones y le salpique después de que dé el golpe preciso. Un lamento interno a modo de desenfreno le sube como en arcadas, le excitan los anteriores recuerdos, se envalentona, se le eriza el pubis, se le juntan las nalgas y se le tensan los abdominales, se va transformando en pantera. Ruge en su interior, ya no hay disimulo, deberían estar asustados, pero la miran con embeleso, quizás les atraiga el peligro que lleva, - Ellos sabrán, se dice con una ironía que corta. Mira y observa. Su paso es largo, tenso, endemoniadamente felino.
Ya le ha visto. Tiene el billete de ida y vuelta en su interior. Le ve y sabe que se siente guapo, se le nota, lo tiene todo a modo de regalo, incluso la corbata tiene ese sello de calidad que le apunta, que le lleva a ser diana, sus zapatos brillan, son de estilo italiano, sus manos están cuidadas, tienen atención diaria, las prendas no le caen se ajustan a un patrón de estilo exigente, no es un dandi, porque él le añade una coherencia que dice que además manda, la autoridad le viene de chequera pero él no sabe distinguir, la tiene de siempre, señala una puerta y esta se abre, cierra la mano y algo se lleva. Él algo intuye, un frío le rozó la mejilla, pudo ser la mirada de ella de lejos. Ha dejado de fumar y siente la falta de ese algo que le agrade, mira su reloj exclusivo de platino, marca una hora precisa, pero no la ve, algo se lo impide, levanta la vista y acierta a verle la mirada, está tan cerca que ésta le atraviesa, tiene que sacar pecho para evitar el parpadeo, el gesto de ella cambia en un mohín sugerente, él debería entonces dar un paso atrás y protegerse, pero no, lo da adelante, la sigue después a corta distancia, vive ahora su estela perfumada y sugerente ¿por qué nada le advierte?, cuando gira en la esquina ya están casi juntos, al volverse el encuentro se produce, ella abre sus labios y él queda expectante, el acercamiento se hace inevitable la fuerza de atracción le impele, la ciñe con sus brazos y siente a la vez, sus labios de fruta y una punzada que le atraviesa las costillas, se queda firme, valiente, ella le apoya sobre la pared y continúa su beso hasta que siente su lamento.
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